¿Te has fijado alguna vez en los organismos que hay en el fondo del mar? ¿Sabes cómo se exploran hoy en día los océanos? Descúbrelo con este taller, donde realizaremos una inmersión simulada en un vehículo submarino tripulado, pondremos a prueba nuestra capacidad de observación y aprenderemos sobre los retos que supone el estudio de las profundidades marinas.
La utilización de las nuevas tecnologías para el estudio de los mares y océanos ha permitido explorar sin límites los océanos, pero, sobre todo, estudiar, observar y recoger muestras de organismos causando un impacto mucho menor sobre el medio marino. Al mismo tiempo, estas nuevas tecnologías pueden permitir hacer más visibles a la sociedad las zonas profundas del mar y conocer, por ejemplo, el impacto humano que reciben. Queremos dar a conocer cómo son algunos de los fondos marinos donde nuestro grupo de investigación trabaja, a la vez que queremos incentivar la capacidad de observación de los participantes, porque creemos necesario fomentar una actitud de observación y reflexión ante la inmensa y constante cantidad de información visual que nos llega hoy en día en nuestras vidas cotidianas.
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Exploración de los océanos – Inmersión en un submarino: en la oscuridad también hay vida
La exploración de los océanos -especialmente de las grandes profundidades donde no hay luz, donde las temperaturas son muy bajas y la presión es altíssima-, es uno de los grandes retos de la sociedad/investigación para este siglo. A pesar de los esfuerzos de las últimas décadas, en las que se han intensificado las expediciones por todos los océanos, sólo conocemos aproximadamente un 10% de los océanos y mares del planeta. Un gran avance se ha hecho en las zonas litorales gracias a su mayor accesibilidad y al desarrollo de técnicas de exploración como la escafandra autónoma. También, la utilización de sistemas de toma de imágenes, tanto fotográficas como de vídeo, ha permitido que muchos de los nuevos descubrimientos puedan llegar a todo el mundo e, incluso, que la exploración de las zonas litorales haya sido llevada a cabo no sólo por investigadores sino también a veces por submarinistas no profesionales. Estas exploraciones han sido un poco acotadas en el espacio debido a las limitaciones propias del tiempo que los submarinistas pueden permanecer bajo el agua. Un paso de gigante ha sido la utilización de robots marinos equipados con cámaras que han hecho posible observaciones de mucho más alcance y más continuadas y, por tanto, que han permitido ampliar aún más el conocimiento de los fondos marinos.
La robótica marina ha permitido ir más allá de lo que se había podido llegar con técnicas de buceo. Hoy en día los robots marinos pueden llegar a explorar desde la zona litoral hasta grandes profundidades, hasta miles de metros de profundidad. Estos robots trabajan normalmente con conexión directa con la superficie gracias a cables que los conectan a los buques y que permiten no sólo ver en directo lo que se está prospectando bajo el agua sino que también permiten que llegue la energía necesaria para el movimiento e iluminación del robot.
Si bien la robótica ha supuesto un gran avance para la exploración de los océanos, el paso definitivo lo han dado los submarinos tripulados. La conexión por cable de los robots con la superficie limita bastante las operaciones de estos robots en lugares donde los cables pueden engancharse, como por ejemplo en paredes verticales, en espacios entre taludes como los cañones submarinos, en zonas de grandes bloques de piedra, etc. Los submarinos tripulados pueden solucionar este problema por su autonomía. Además, los submarinos pueden estar equipados con una gran variedad de aparatos de muestreo y de recogida de imágenes. De hecho, los submarinos son hoy en día la mejor herramienta que tenemos para explorar sin límites los océanos, pero sobre todo, para estudiar, observar y recoger muestras con el menor de los impactos sobre el medio marino.
Tal vez, de hecho, el mayor avance de la utilización de las nuevas tecnologías para el estudio de los mares y océanos ha sido el hecho de que ya no es necesario dañar los ecosistemas marinos para estudiarlos. Nos explicaremos: hasta hace pocos años, la única manera que teníamos de conocer, por ejemplo, lo que hay en el lecho marino, era muestrear mediante dragas el fondo y llevar hacia la superficie el máximo de material posible. A partir de lo que se recogía con las dragas, nos hacíamos una idea de la vida que se encuentra en el fondo marino, pero a la vez estas dragas, sobre todo las que se arrastraban por el fondo, destrozaban en mayor o menor grado aquel fondo. No teníamos otra manera de conocer el lecho marino; gracias a ellas se avanzó mucho en los estudios, a pesar de la intrusividad del método. Teníamos una información indirecta ya que todo lo que ocupaba un área muestreada se concentraba en una muestra compacta, pero esto tenía otras desventajas: por ejemplo, no nos permitían saber cómo estaban distribuidos y organizados en el espacio los diferentes organismos y especies. En cambio, la robótica marina y los submarinos tripulados nos permiten ver y analizar con cuidado, no sólo las especies y su densidad y frecuencia, sino también su distribución en el espacio y la estructura de las comunidades que forman. Además, estas técnicas permiten volver a visitar las veces que sea necesario el mismo lugar y poder estudiar cómo van cambiando las comunidades en el tiempo. Ahora sólo se recogen algunos ejemplares de especies desconocidas, para poder saber qué son, es decir, para poder identificarlos – en las filmaciones y fotografías, o algunos ejemplares para realizar experimentos para conocer mejor la biología y la ecología de las especies. Así, estas tecnologías han contribuido a hacer una búsqueda que tiene más en cuenta todavía la conservación de los océanos y mares.
Pero en este taller también queremos transmitir otro mensaje, muy sencillo pero muy importante. La posibilidad de poder explorar los fondos marinos y poderlos estudiar y mostrar después es una oportunidad única que no se puede desaprovechar; en esta exploración, todos los detalles son importantes porque ayudan a tomar decisiones y poder re-programar las inmersiones o prospecciones en función de lo que se va encontrando en cada inmersión. Hay que ser muy buen observador y saber fijarse tanto en las especies y aspectos más generales como en las cosas raras o los acontecimientos singulares. En este caso, especialmente en las inmersiones en submarinos, siempre consideramos que para ser un buen oceanógrafo hay que ser antes de todo, un buen observador. Por eso hemos diseñado este taller como un taller de observación.
En un contexto más amplio podríamos decir que consideramos que el mundo mediático actual utiliza continuamente estrategias para atraer la atención hacia temas específicos siguiendo estrategias de publicidad. Se conduce la atención del observador de manera muy hábil para que con el mínimo esfuerzo se fije en algunos temas predeterminados. Esta estrategia generalizada va acompañada por una reducción tanto pasiva como activa por el interés en captar nueva información y una mayor sensación de que nos dejamos llevar por lo que se ofrece de manera fácil. Poco a poco, la capacidad de prestar atención a las señales que nos llegan de alrededor se va perdiendo debido, por una parte a la facilidad para acceder a la información que se nos proporciona y por otra parte, a que tenemos una acumulación de información que nos lleva al colapso ya la pérdida de interés por buscar más. Este taller pretende ser una apuesta por incentivar la capacidad de observación de los participantes y para que esta capacidad pueda permear más en nuestra vida cotidiana.
Duración aproximada del taller
Entre 20 minutos (presentación + vídeo) y 1 hora (incluye charla de 45 minutos).
Montaje
Aproximadamente 1 hora. Se debe tener en cuenta este tiempo de montaje a la hora de planificar la actividad. Se requiere el mismo tiempo para el desmontaje.
Materiales que ofrecemos para el taller
Opcional:
Requerimientos técnicos del centro que quiera recibir el taller
Para el submarino:
Para la charla:
Para el mapa: